viernes, 14 de julio de 2017

Motivo del aprender. Javier Sáez de Ibarra.

Aquel hombre vio cómo su hijo
cogía una piedra, tomaba impulso, la lanzaba contra un cristal -que saltó en pedazos- y salía corriendo.
Recordó que, treinta y seis años antes, él había hecho exactamente lo mismo.
Ahora miró al dueño de la tienda
salir a toda prisa, quedarse mirando la calle sin gente, y cómo lo invadía la desesperación por aquella pérdida.
Veía, por fin, el dolor del hombre al que había humillado treinta y seis años antes.
Lo vio lamentarse en la misma calle burlona y sucia.
Pensó.
¿Cuántas veces tiene que repetirse esto?
Porque cada uno de nosotros ha de aprenderlo
todo
de nuevo.

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